Así que te has comprado una nueva alfombra y estas encantad@, no lo niegues. Todo parece perfecto, su brillo y su suavidad deleitan tus sentidos... pero como todo en esta vida, requiere de un cuidado... No se trata de nada que conlleve mucho esfuerzo pero sí que un poco de sentido común.
Aunque no solemos asociar las alfombras y las moquetas con una mejor calidad del aire interior, lo cierto es que ambas tienen un efecto muy positivo para la salud de los seres humanos. La gravedad hace que las partículas comunes de la casa, como el polvo, el polen y la caspa de mascotas y de insectos inevitablemete caigan al suelo.
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Las alfombras de lana no siempre han sido empleadas de la misma forma sino que su uso ha ido adaptándose a las necesidades de las diferentes culturas y civilizaciones. Aunque no conocemos cuando fue el origen exacto, si que sabemos que las alfombras de lana surgieron como una solución de las tribus nómadas para protegerse en sus tiendas de las bruscas temperaturas.
Una de las primeras cuestiones sin duda es elegir la construcción de dicha alfombra o moqueta. Estas pueden ser Tejidas (Woven) o de pelo insertado (Tufted) . La mayoría son tufted y consisten en hileras de hilados mecanizados que se mantienen unidos por el pegamento y un soporte. Por lo general duran entre cinco y siete años.
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